domingo, 5 de septiembre de 2010

3.Capitulo

“No, no me puedo encaprichar de Guille” aquellas palabras eran las que retumbaban en mi cabeza cada 10 segundos. Durante varias semanas Guille me esperaba a la salida del colegio para ir juntos a casa. Muchos de esos días comíamos juntos en mi casa hasta el día que me pidió que comiera en su casa.

Su casa era muy parecida a la mía, mi madre y su madre tenían un gusto muy parecido a la hora de decorar la casa. En cuanto entre me vino a saludar su madre, Helena, una mujer encantadora, no muy mayor rondaría los 40 años. Su hermano Marcos era muy simpático, pero nada que ver con Guille. Mike el hermano pequeño era todo un encanto, con tan solo 4 años me enamoró con solo una sonrisa, era monísimo. Guille en todo momento me hizo sentir que estaba como en casa pero en cuanto llegó su padre la cosa se complicó. Su padre era un poco más mayor que su madre. Tenía el pelo canoso y un par de arrugas en la frente aun así no llegaría a los 50. Guille al ver a su padre en casa me dijo que si le acompañaba al pueblo a por leche que se les había acabado, cosa que en aquel momento me extraño ya que había visto un par de cartones en uno de los armarios pero su mirada estaba tan aterrada que no rechiste en salir de aquella casa, la cual al entrar parecía encantadora y a la hora de salir era la casa del terror.

- ¿Guille que pasa? – le pregunte una vez en la calle.
- No puedo contarte nada, lo siento, es algo muy delicado, algún día te lo podre contar pero ahora no puedo. – me dijo mientras me llevo hacia la moto.
- ¿A dónde vamos?
- A por leche.
- Eso era una excusa para salir de tu casa, que he visto que había un par de cartones todavía. – le dije mosqueada. Esperaría a que me contara lo que sucedía pero mentirme me parecía demasiado.
- De todos modos tengo que ir a por leche si vuelvo a casa sin leche mi padre me reñirá. – me dijo mientras ponía mala cara. Su cara no se relajaba aun estando fuera de casa.
Entonces escuche un grito que venía del interior de la casa y unos llantos de niño.
- ¿Guille que pasa? – le dije alterada. Aquel grito era el de su madre.
- ¡Vámonos! – dijo casi llorando – por favor, vámonos.
- Vale, vamos.
Salimos de allí hacia el pueblo, Guille temblaba lo notaba al ir agarrada a él en la moto. ¿Su padre pegaría a su madre? Aquella pregunta se me pasaba todo el rato por mi mente. No podía parar de pensarlo. Pero Guille no parecía que fuera uno de esos chicos maltratados por su padre. Tampoco le veía capaz de dejar que pegara a su madre. Pero no encontraba otra explicación.

- Guille no te voy a presionar para que me cuentes lo que pasa, pero cuando quieras contármelo aquí estaré – le dije una vez ya bajados de la moto.
- Gracias Madi pero no es nada. – dijo quitándole importancia.

Fuimos a comprar la leche y después volvimos a casa. Se despido de mí dejándome en la puerta de mi casa. Había sido muy extraño aquel día, pero tenía ganas de abrazarle, de protegerle. Ese día fue cuando que empecé a repetirme que no me podía encaprichar por aquel chico lleno de secretos. Fue el último día que comimos juntos.

martes, 31 de agosto de 2010

2.Capitulo

Pasaron las semanas y Guille y su hermano mellizo Marcos se integraron bien al colegio. Todo el mundo querían ser sus amigos y mis amigas querían conocerles más. Yo era la única que no mostraba ese interés por ser su amiga, para mí solo eran dos clones más. ¿Por qué les hacían tanto caso? No lo llegaba a comprender, hasta el día que me tropecé con el por los pasillos. Yo que habitualmente soy muy torpe, tenía una torre de libros que llevaba hacia mi taquilla, cuando alguien que pasaba por mi lado me tocó el brazo y toda esa torre de libros cayeron al suelo.

- Mierda – dije mientras maldecía a quien me había hecho tropezar.
- Lo siento – me dijo una voz de chico. Levanté la cabeza y vi aquellos ojos verdes que había visto en una foto vieja hacia unos meses.
- No pasa nada.
- No espera que te ayudo a llevarlo. – me dice impidiendo mi huida hacia mi taquilla. – Oye tu me suenas.
- Soy tu vecina de enfrente. Me llamo Madi. ¿y tú eres Guillermo? – le pregunte haciendo como si no le diferenciara de su mellizo.
- Encantado Madi, si yo soy Guillermo pero llame Guille. Entonces tú debes de ser esa chica que dice mi madre que jugaba de pequeños.
- Sí, mi madre también me ha contado la misma historia. – le sonreí. Era un chico realmente guapo y sus ojos eran hechizantes.
- Solo queda una hora para irse a casa si quieres en vez de coger el autobús te llevo yo en moto a casa y así nos conocemos mejor – me dijo mientras me giño un ojo.
- Claro, por supuesto. – le dije mientras me sonrojaba.
La última clase fue la más larga del día. Tenía ganas de conocer mejor a Guille. No sabía el por qué pero esa mirada me hacía ver que no era un clon mas, era diferente.
Cuando sonó el timbre salí corriendo de la clase hacia mi taquilla, cogí los libros necesarios para estudiar esa tarde y después me encaminé hacia la salida. Allí estaba el apoyado en su moto esperándome con una hermosa sonrisa. Entonces una chica se paro hablar con él, era la hermana mayor de Saray, Sonia. Saray, era la más pequeña de nuestro grupo, con 16 años. Su hermana mayor, Sonia, tenía un año más que nosotras 18, lo mismos años que Guille.

Seguí mi camino hacia Guille, cuando me vio más cerca su sonrisa era un mayor. Sonia miro para atrás para ver quien hacia captado la atención de Guille. Cuando me vio su cara se puso roja por la ira. Estaba celosa sin duda.

- Hola Guille. Hola Sonia.
- Hola Madi. – me contesto enseguida.
- Hola Madeline – dijo de mala gana Sonia.
- Bueno Sonia nosotros nos vamos que empiezo a tener hambre. – dijo mientras se subía a su moto. – Venga Madi sube.
- Bueno chicos adiós. – dijo muy malhumorada. Le fastidiaba que yo iría con Guille en moto hacia casa.
Cuando llegamos a casa me baje de la moto, le di las gracias por haberme traído y cuando me dirigía a mi casa me agarro del brazo para retenerme un rato.
- Espera todavía no te vayas. – me dijo mientras me tenia agarrada. – Digo así hablamos un poco más.
- Vale, no tengo prisa, en mi casa todavía no habrá nadie. Siempre como sola. – le dije mientras me soltaba. – Si quieres puedes comer conmigo, no me importaría tener compañía por una vez.
- Claro. Ahora voy le voy avisar a mi madre.
Al de poco tiempo sonó el timbre de la puerta, era el que traía en las manos medio bizcocho.
- Mi madre me ha obligado a traerte esto por haberme invitado a comer – dijo. Le sonri y le pedí que entrara.

La comida fue entretenida pero Guille era un niño mal criado por lo que puede observar. Era majo y sin duda un buen chico, demasiado diría yo. Me había equivocado con el si era un clon. Hablamos de un poco de todo. Adoraba a Marcos, su mellizo, con cual mantenía una buena amistad. Ya me gustaría a mí llevarme así de bien con mi hermana, tan solo 2 años mayor a mí. Mi madre la tuvo con tan solo 17 años y a mí con 19. Guille me conto muchas cosas de su familia y el porqué tantas mudanzas. Le enseñe la foto de cuando éramos pequeños y la jura recordar aquel momento pero alego que yo había cambiado mucho durante aquellos 14 años sin vernos. Reí muchísimo con él en aquella comida. Pero ni para Guille serian fáciles las cosas en aquel entonces ni tampoco para mí.

miércoles, 25 de agosto de 2010

1.Capitulo.El comienzo

Todo comenzó aquel dia soleado, 30 grados a la sombra. El cartel de SE VENDE de enfrente de mi casa, había desaparecido hacia semanas. Todas las chicas de mi grupo estábamos impacientes de que llegara esa familia nueva de la que se oia hablar por todo el barrio. Mi pequeño pueblo es uno de los mas exclusivos de la región.

Rodeado de montañas y justo en la costa, juntaba a las mejores familias y las mas adineradas. En el pueblo había tiendas caras, y uno de los centros mas exclusivo del país. Alli era donde entrabas con tan solo 3 años y salias a los 18 eso si no repetías alguna vez. Alli es donde conoci a Claudia, Lucia, Lulu, Saray y Esmeralda, ellas como yo pertenecían a unas de las mejores familias del país. Cada una era muy diferente a la otra, hasta Claudia y Esme que eran gemelas no tenían nada que ver interiormente una con la otra. Eso si, todas ansiábamos con salir de aquel lugar. Todas deseabamos conocer gente nueva y sobre todo chicos nuevos. Asique encuanto nos enteramos que en la casa de enfrente por fin iba ser comprada quedamos todas en mi casa, a esperar quienes eran nuestros nuevos vecinos.

- Me enterado que tiene 3 hijos. – comento Lucia mientras esperábamos su llegada.
- Si y que dos de ellos son mellizos. – dijo Claudia.
- Vale, eso lo sabíamos todas, pero ¿sabias que tienen nuestra edad? – nos comento Saray.
- Si lo sabíamos. – dijimos todas a la vez. Llevabamos semanas escuchando aquello. En el instituto no se hablaba de otra cosa.
- Ya han llegado – nos grito Lulu que era la única que estaba mirando por la ventana.

Todas nos pegamos a la ventana para mirar quienes eran, si eran guapos, si eran diferentes a los chicos que estábamos a ver. En cuanto les vimos bajar del coche nos llevamos una gran desilusion. Eran iguales que todos. Pijos. Eran niños ricos.

- Chicas que chasco. – dijo Lucia mirando de nuevo a mis nuevos vecinos.
- Si la verdad es que son como los clones. – dije yo. Nosotras denominábamos clones a los chicos de nuestro instituto, pijos que pensaban que tenían el mundo a sus pies y que con un chasquido tendrían todo lo que quisieran. – Aunque hay que admitir que son monos.
- Si la verdad es que si, sobre todo el de la cresta azul. – dijo señalando Esme.
- Ese debe ser uno de los mellizos, el otro debe ser el rubito aquel, porque el otro parece demasiado pequeño.- puntualizo Claudia.
A decir verdad los mellizos eran monos, sobre todo el de la cresta azul, pero no me llamaban la atención, para mi no eran mas que dos clones mas.
- Cariño! Madeline! - me llamo a gritos mi madre. Mi nombre completo es Madeline pero desde siempre todo el mundo excepto mi madre me a llamado Madi.
- ¿Qué quieres mama?
- Baja un momento que quiero comentarte una cosa. – chillo mi madre.
- Ya bajo. Ahora subo chicas voy haber que quiere mi madre. – dije saliendo por la puerta de mi cuarto. Baje las escaleras corriendo ya que mi habitación estaba situada en el ultimo piso, en el atico, era el cuarto mas grande y mas luminoso por eso encuanto cumpli los 13 años hize que me colocaran allí mi cuarto.
- Madeline cariño, ¿sabes que los nuevos vecinos son mas ni menos que los Maritinez? – me dijo como si yo deviese saber quienes eran aquellos.
- Pues no, mama, no se quienes son.
- Cariño ¿no te acuerdas? Claro, como para acordarte, tu eras muy pequeña cuando se fueron. Con los mellizos solias jugar tu cuando tenias 3 años. – entonces se dirijio a uno de los marcos que tenemos en la sala, uno de los pocos que no es digital. Me señalo a un niño cual yo iba agarrada a su mano, el niño tenia el pelo negro y los ojos verdes. – Este es Guillermo, cuando tenias 3 años erais insparebles. – mire la foto bien, dios si era el chico de la cresta azul, eramos muy pequeños en aquella foto saliamos agarrados de la mano y mirándonos a los ojos. Era una foto realmente bonita.

Ese fue el primer dia que volvi a ver a Guille.

SINOPSIS

Calentaba el sol en un pequeñito pueblo a las costas del mediterráneo. Todo era perfecto, mi vida era perfecta, hasta el día que me enamore de él. Yo tan solo tenía 3 años la primera vez que le vi, en ese instante no veía en él más que un niño pequeño con el que jugar, pero 14 años más tarde él sería una de las cosas más importantes de mi vida.

Cuando éramos pequeños solíamos jugar juntos o eso me conto mi madre cuando él se mudo de nuevo a la casa de enfrente. Guille era un chico de 18 años, alto, moreno, con unos ojos verdes tan profundos como un bosque, tenía el pelo corto con una pequeña cresta azul. Era pijo, sin duda alguna y a una chica como yo jamás le habría atraído aquel niño rico. A decir verdad, en esa época ninguno de los chicos del barrio, ni del instituto, me llamaban la atención, todos eran niños ricos pijos y a mí me encantaban los rebeldes, los chicos malos. Pero nada es lo que parece y Guille en apariencia era igual que los demás pero en su interior no tenía ni comparación con ninguno de aquellos niños ricos que vivan en el barrio, él era todavía más rebelde y peligroso que los chicos aquellos con los que mis padres me prohibían salir.

Me llamo Madi, tengo 21 años, el año que cumplí mis 18 jamás lo olvidare, ¿la razón? Guille.